Allí, quieta, sin vida, encajonado su cuerpo, la Rosa ya no era la misma. No estaban el delantal, el mate, sus cuentos, ni su perfecta mezcla de rudeza y ternura. Pero sí cuatro cirios que amparaban su ataúd, junto a un infinito y persistente rezo gutural invocando a la Virgen María. Quiso revivirla. Ser nuevamente … Sigue leyendo Regreso a Chiloé
